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miércoles, 18 de abril de 2018

EL NACIONALISMO ÁRABE




Tras un pasado histórico de esplendor, unidad y grandeza, el pueblo árabe se encontraba, a mediados del siglo XIX, en una situación de división interna y de sometimiento al dominio turco otomano que se había extendido e impuesto durante el siglo XVI sobre todos los países árabes; y con el sometimiento político-social se había producido también la decadencia cultural-religiosa.
Pero en el fondo de esta situación de derrota y frustración van a ir surgiendo unas primeras manifestaciones de recuperación de todos los valores perdidos aunque latentes, de toma de conciencia y formación de un nuevo concepto de identidad común, y en definitiva de reconstrucción de la unidad árabe en búsqueda del restablecimiento de su independencia. Todo este proceso fue configurándose paulatinamente desde la segunda mitad del siglo XIX al revivificarse en la ideología colectiva social elementos étnicos; el pueblo árabe, junto con elementos religiosos; el Islam, con una cultura; la lengua, y una gloriosa historia comunes, que fueron conformando la estructura de un nuevo nacionalismo árabe que aspiraba a la creación de una renacida y engrandecida nación árabe.
Las manifestaciones iniciales del nacionalismo árabe que se registran a mediados del siglo XIX, tuvieron un doble carácter: de renacimiento cultural y de concienciación política.
En cuanto al renacimiento de la cultura y la lengua árabes, en 1847 dos cristianos del Líbano, N. Yazigi y B. Boustani, fundaron en Beirut la "Sociedad de Artes y Ciencias", la primera de este tipo de asociaciones culturales que proliferaron y se transformaron en focos de una política reformista; y en 1850 se creó, también en Beirut, la "Sociedad Oriental". Una tercera organización más importante fue la "Sociedad Científica Siria", presidida por M. Arslan, en cuyo seno, en 1868, se formuló la primera proclama nacionalista árabe por Ibrahim Yazigi, que tuvo un inmediato eco, aunque limitado, en todo el pueblo árabe.
Estas primeras sociedades, no tenían ni los medios ni la intención de jugar un papel político, pero con sus actividades generaron un renacimiento cultural y social que llevó a la organización de una sociedad secreta de carácter nacionalista que inició su acción en torno a 1875 en Líbano y Siria y continuó con la exposición de un programa nacionalista árabe que tuvo escaso eco durante los últimos años del siglo XIX.
La hostilidad contra los turcos, motivada entre otros factores por la mala administración otomana, el despotismo del gobierno del Sultán, y el rechazo de los árabes hacia el poder dominante sobre sus territorios se fue generalizando entre los árabes de Asia, aunque sin llegar a madurar todavía la idea de un Estado árabe, excepto entre algunas minorías, hacia 1880, y limitada a Siria y Líbano.
En los primeros años del siglo XX, una reactivación cultural, ideológica y política da una nueva animación y carácter al nacionalismo árabe, que ya tiende a configurarse como tal. El primer manifiesto inequívoco del nacionalismo árabe moderno que tuvo alguna influencia fue la obra de Abd el-Rahman Al Kawakibi titulada "La madre de las ciudades", es decir, La Meca, aparecida en 1901 en El Cairo, en la que destaca "la superioridad de los árabes sobre los turcos" y traza "un plan de regeneración del Islam gracias al impulso de un Califato árabe con poderes únicamente espirituales, cuyo centro sería la ciudad santa de La Meca".
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, el nacionalismo árabe parecía dominado y debilitado, y nada habían obtenido prácticamente de sus reivindicaciones, estando reducido a grupos minoritarios en Líbano, Siria e Irak, y sin que hubiera calado entre las masas de la adormecida población árabe, por lo que un movimiento popular de carácter revolucionario era entonces impensable. Sólo en la Península Arábiga algunos jefes locales, representantes de oligarquías tradicionales, habían conseguido por medio de su acción guerrera y feudal una cierta autonomía, como el Imán Yahya en Yemen (1911), Ibn Saud en Nejd (1913) y Hussein en Hedjaz (1908).
El respaldo internacional y el apoyo al nacionalismo árabe se iba a producir, como en el caso del sionismo, por circunstancias de la coyuntura internacional. Al declararse la Primera Guerra Mundial intervino Turquía; como ya se ha indicado; como aliada de Alemania, y los países occidentales, principalmente Gran Bretaña y Francia, fomentaron y ayudaron al nacionalismo árabe, así como al sionismo, en su enfrentamiento con el Imperio Turco.

El Panarabismo, o movimiento de unión árabe, se ha manifestado y desarrollado de forma paralela e íntimamente vinculado al nacionalismo árabe: independencia y unidad árabe han sido aspiraciones históricas comunes que se han mantenido durante un largo tiempo esencialmente interrelacionadas, incluso en nuestros días. El Panarabismo se define como el movimiento de carácter histórico que tiende a la colaboración y a la unión de todos los países árabes sin exclusión tanto de Asia como de África, para conseguir la formación de una única nación árabe.

El Panarabismo desembocaría, al final de la Segunda Guerra Mundial, en la constitución de la Liga de Estados Árabes en 1945 que, si por un lado, es la expresión de esa vieja aspiración de unidad, por otro está muy lejos de la misma tal como se concebía en sus orígenes ideológicos, y en este sentido decepcionó a amplios sectores del pueblo árabe que, aunque dividido, mantenía vivo el ideal panarabista próximo al nivel de la utopía histórica.


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