Tras un pasado
histórico de esplendor, unidad y grandeza, el pueblo árabe se encontraba, a
mediados del siglo XIX, en una situación de división interna y de sometimiento
al dominio turco otomano que se había extendido e impuesto durante el siglo XVI
sobre todos los países árabes; y con el sometimiento político-social se había
producido también la decadencia cultural-religiosa.
Pero en el fondo de
esta situación de derrota y frustración van a ir surgiendo unas primeras
manifestaciones de recuperación de todos los valores perdidos aunque latentes,
de toma de conciencia y formación de un nuevo concepto de identidad común, y en
definitiva de reconstrucción de la unidad árabe en búsqueda del
restablecimiento de su independencia. Todo este proceso fue configurándose
paulatinamente desde la segunda mitad del siglo XIX al revivificarse en la
ideología colectiva social elementos étnicos; el pueblo árabe, junto con
elementos religiosos; el Islam, con una cultura; la lengua, y una gloriosa
historia comunes, que fueron conformando la estructura de un nuevo nacionalismo
árabe que aspiraba a la creación de una renacida y engrandecida nación árabe.
Las manifestaciones
iniciales del nacionalismo árabe que se registran a mediados del siglo XIX,
tuvieron un doble carácter: de renacimiento cultural y de concienciación
política.
En cuanto al
renacimiento de la cultura y la lengua árabes, en 1847 dos cristianos del
Líbano, N. Yazigi y B. Boustani, fundaron en Beirut la "Sociedad de Artes
y Ciencias", la primera de este tipo de asociaciones culturales que
proliferaron y se transformaron en focos de una política reformista; y en 1850 se
creó, también en Beirut, la "Sociedad Oriental". Una tercera
organización más importante fue la "Sociedad Científica Siria",
presidida por M. Arslan, en cuyo seno, en 1868, se formuló la primera proclama
nacionalista árabe por Ibrahim Yazigi, que tuvo un inmediato eco, aunque
limitado, en todo el pueblo árabe.
Estas primeras
sociedades, no tenían ni los medios ni la intención de jugar un papel político,
pero con sus actividades generaron un renacimiento cultural y social que llevó
a la organización de una sociedad secreta de carácter nacionalista que inició
su acción en torno a 1875 en Líbano y Siria y continuó con la exposición de un
programa nacionalista árabe que tuvo escaso eco durante los últimos años del
siglo XIX.
La hostilidad contra
los turcos, motivada entre otros factores por la mala administración otomana,
el despotismo del gobierno del Sultán, y el rechazo de los árabes hacia el
poder dominante sobre sus territorios se fue generalizando entre los árabes de
Asia, aunque sin llegar a madurar todavía la idea de un Estado árabe, excepto
entre algunas minorías, hacia 1880, y limitada a Siria y Líbano.
En los primeros años
del siglo XX, una reactivación cultural, ideológica y política da una nueva
animación y carácter al nacionalismo árabe, que ya tiende a configurarse como
tal. El primer manifiesto inequívoco del nacionalismo árabe moderno que tuvo
alguna influencia fue la obra de Abd el-Rahman Al Kawakibi titulada "La
madre de las ciudades", es decir, La Meca, aparecida en 1901 en El Cairo,
en la que destaca "la superioridad de los árabes sobre los turcos" y
traza "un plan de regeneración del Islam gracias al impulso de un Califato
árabe con poderes únicamente espirituales, cuyo centro sería la ciudad santa de
La Meca".
En vísperas de la
Primera Guerra Mundial, el nacionalismo árabe parecía dominado y debilitado, y
nada habían obtenido prácticamente de sus reivindicaciones, estando reducido a
grupos minoritarios en Líbano, Siria e Irak, y sin que hubiera calado entre las
masas de la adormecida población árabe, por lo que un movimiento popular de
carácter revolucionario era entonces impensable. Sólo en la Península Arábiga
algunos jefes locales, representantes de oligarquías tradicionales, habían
conseguido por medio de su acción guerrera y feudal una cierta autonomía, como
el Imán Yahya en Yemen (1911), Ibn Saud en Nejd (1913) y Hussein en Hedjaz
(1908).
El respaldo
internacional y el apoyo al nacionalismo árabe se iba a producir, como en el
caso del sionismo, por circunstancias de la coyuntura internacional. Al
declararse la Primera Guerra Mundial intervino Turquía; como ya se ha indicado;
como aliada de Alemania, y los países occidentales, principalmente Gran Bretaña
y Francia, fomentaron y ayudaron al nacionalismo árabe, así como al sionismo,
en su enfrentamiento con el Imperio Turco.
El Panarabismo, o
movimiento de unión árabe, se ha manifestado y desarrollado de forma paralela e
íntimamente vinculado al nacionalismo árabe: independencia y unidad árabe han
sido aspiraciones históricas comunes que se han mantenido durante un largo
tiempo esencialmente interrelacionadas, incluso en nuestros días. El
Panarabismo se define como el movimiento de carácter histórico que tiende a la
colaboración y a la unión de todos los países árabes sin exclusión tanto de Asia
como de África, para conseguir la formación de una única nación árabe.
El Panarabismo
desembocaría, al final de la Segunda Guerra Mundial, en la constitución de la
Liga de Estados Árabes en 1945 que, si por un lado, es la expresión de esa
vieja aspiración de unidad, por otro está muy lejos de la misma tal como se
concebía en sus orígenes ideológicos, y en este sentido decepcionó a amplios
sectores del pueblo árabe que, aunque dividido, mantenía vivo el ideal
panarabista próximo al nivel de la utopía histórica.
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