Si os tengo que ser sincero, el principal
de los problemas de ser inmortal es que no puedes quedarte en un mismo lugar
jamás. Después de quince o veinte años la gente empieza a percatarse de que no
envejeces y empiezan a plantearse tu origen. Entonces es tiempo de partir. No
importa lo bien que te sientas en el lugar, lo mucho que te puedan querer
algunos, no importa si hay mujeres hermosas enamoradas de ti con pretensiones
de casarse contigo y disfrutar de una vida plena y completa contigo. Te tienes
que ir y no hay más opciones. A ti que me lees te voy a contar mi historia
pero, evidentemente no entraré en demasiados detalles, entenderás, para no
ponerme en peligro...
Mi origen es extremeño, soy nacido en
Plasencia, una preciosa ciudad del norte de Cáceres, el 12 de Julio de 1.774, y
creedme, todo era muy pero muy diferente.
He vivido en varios sitios del mundo
desde entonces, con personas que jamás olvidaré, pero ahora me siento en la
necesidad de volver a mi lugar de origen y desde hace 61 años vivo, de nuevo en
mi ciudad. Pero en el fondo la gente, de alguna manera, siempre sigue siendo un
poco la misma.
Durante siglos se han escrito, comentado,
inventado y construido historias sobre inmortales y siempre la inmortalidad es
debida a algún suceso sobrenatural, como la mordida de un vampiro o un pacto
con alguna oscura divinidad. Pero no hay falacia más acentuada que éstos,
amigos míos, no es así, lo sé por experiencia propia. Es mucho más sencillo que
todo eso, al menos, como digo, en mi caso y en el de otros como yo: una curiosa
combinación de genes hace que seamos inmunes a todas las enfermedades y que
nuestras células se regeneren de manera constante. El efecto es que llegada la
edad adulta no envejecemos ni enfermamos a pesar de atravesar épocas de
auténticas pandemias y enfermedades verdaderamente implacables con el ser
humano. Podemos morir en un accidente o ser asesinados, pero no morimos de
enfermedad. Eso, siempre será de todas, todas, imposible.
Me vais a permitir que cuando hable lo
haga en plural pues no soy el único. Durante mis 242 años de existencia he
conocido personalmente a tres colegas, pero hay varios por ahí. Son aquellos
artistas y empresarios que desaparecen de la noche a la mañana, aquellas
actrices de las que nadie supo después, esos hábiles estafadores que
desaparecen en el momento justo. Ponte a pensar en alguno de ellos, seguro que
te viene a la mente alguien del que se desconoce verdaderamente su final, o
sobre el que alguna vez se confabuló si realmente murió. Esto último lo dejo a
tu elección, no escribo hoy esto para solucionar tales cuestiones. Algunos,
aburridos de no ser como los demás, se suicidan. Otros, como yo, tenemos que
idear una estrategia de supervivencia que nos permita vivir en sociedad por
todo el tiempo que se pueda. Algún día tendré un accidente mortal o alguien
decidirá que debo dejar de existir.
En mi caso, como en el de tantos, sabemos
congeniar y convivir bien en sociedad pero no nos apegamos a la gente y no
solemos desarrollar amistades largas.
Todo debe quedar en un cómodo trato
superficial aunque en ocasiones el amor nos juegue malas pasadas... El primero
de los colegas que conocí llegó a mí
en 1807, porque yo trabajaba en un muy
conveniente puesto en el registro civil de Plasencia. No sé cómo, pero supo al
instante que yo era de los inmortales.
Por supuesto, le di trámite a su
defunción y lo resucité con otro nombre. Se que nuestra historia se ha llevado
a la gran pantalla como que sólo puede existir uno pero, es todo una falsa
leyenda. Si no nos ayudamos entre nosotros ,¿Quién lo haría?. En aquel tiempo
él tenía 95 años, pero aparentaba 30, cuestión que no le beneficiaba en
absoluto. Se fue a Alcalá de Henares y me envió cartas durante un par de años,
pero no supe más de él. En las cartas, sin embargo, nunca habló de su
experiencia como inmortal. De manera verbal, antes de irse, me dijo que
planeaba suicidarse algún día porque la vida tiene que terminar…y quizá,
tuviera razón.
He estado en varios países y me libré por
poco de sufrir en la primera y segunda guerras mundiales. Aquello fue realmente
imborrable, algo nefasto, tremendo, algo de lo que el ser humano aun no ha
aprendido, podéis creerme. Pero, en ambos casos, logré viajar antes de que
sucediera todo. La circunstancia de no permanecer en ningún lugar hizo que no
estuviera en ninguna guerra, por fortuna.
Aparento unos 41 años y procuro
mantenerme en forma y alejarme de actividades delictivas, salvo por la estafa.
Es fácil quitarle a la gente el dinero si se dice lo que quieren escuchar.
Mientras, en estos momentos, me dedico a la enseñanza, cuestión que no me
resulta demasiado complicada por la gran cantidad de conocimientos que he
podido almacenar a lo largo de todos estos años. Con los años de experiencia,
ya sé leer a la gente, ya sé de quién me puedo aprovechar o no. La primera
regla de la estafa dice que no se puede estafar a un hombre honrado y eso he
tenido mucho tiempo de comprobarlo, una y otra vez.
Me entretengo con mucha lectura y con mi
vieja guitarra. Me río siempre que leo a algún escritor joven en alguna
entrevista de prensa. Todos creen ser geniales y que serán recordados. No es
así, todo el mundo será olvidado, salvo, algunos cuantos genios, y lo más
probable es que el de la entrevista de la prensa no lo sea jamás...
A estas alturas del relato, supongo que
ya algún aventajado en vida me habrá diagnosticado como un demente con delirios
de grandeza que además es psicópata.
Puedo aseguraros que todo lo que digo es
cierto, y que la experiencia que me da mi tiempo prolongado de vida ha sido un
factor clave en mi supervivencia.
Conocí el teléfono, el cine y la
televisión cuando era novedad, luego vino la televisión por cable, luego el
teléfono móvil e internet. Es fantástico esto de internet.
Me enamoré muchas veces pero siempre tuve
clarísimo que no estaba dispuesto, no ya a sufrir por ese motivo, sino a hacer
sufrir a alguien. Pero las circunstancias cambiaron, hace casi 12 años conocí a
un ser diferente, alguien muy especial y me casé con ella. Cada noche la miraba
mientras dormía sabiendo que algún día no seré capaz de envejecer junto a ella
y se irá de mi lado sin que pueda remediarlo Jamás le he comentado nada y, en
ocasiones, se enfada conmigo porque no asisto con cierta regularidad a los médicos.
Cada vez estrecha más el cerco y no tengo fuerzas para decírselo, ni tampoco
para abandonarla jamás.
Me ha regalado una hija que crece tan
deprisa que apenas me doy cuenta. Cometí el magnífico error de enamorarme y
creo que solicitaré que alguien borre mi vida llegado el caso, mi amigo tenía
razón…la vida ha de terminar.
Me lees porque la primavera me permite
cálidos rayos de sol entrando por la estrecha ventana de mi celda de
aislamiento en la que estoy encerrado en un hospital psiquiátrico y así tengo
luz para escribir. Es obvio que no he dicho nada de esto al personal e incluso
estoy de encargado de la biblioteca, los libros son los únicos amigos que me
quedan pues conocí a muchos de sus viejos y nobles autores. Saldré en un año
porque estoy regulando mucho mi forma de actuar y de nuevo podré verla, aunque
desconozco cómo actuaré. Si miras que un hombre joven llega por tu ciudad con
un nuevo negocio muy rentable, es un nuevo doctor, profesor o tiene un pasado
desconocido es muy probable que sea yo. Pero no temas si eres honrado, sólo
tomaré el dinero de los ambiciosos, porque sólo ellos estarán dispuestos a
entregármelo.
Créeme si te digo, amigo lector, que es
la primera vez que hablo tan abiertamente de lo que soy y lo que hago.
Agradezco al dueño de este blog, quien me facilitó enormemente las cosas para
que pudiera hacer lo que hago pues me cedió este espacio para que pudiera
librarme del deseo de contárselo a alguien.
Sé que la mayoría de lectores no creerá
nada, pero con que haya una sola persona que sepa y acepte mi verdad será
suficiente. Tal vez encuentre algún otro inmortal entre los lectores y al
comunicarnos se alivie un poco el sentimiento de soledad…
Plasencia , marzo de 2016…y cansado ya de
ser yo.
FIN
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