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miércoles, 18 de abril de 2018

EL ARMISTICIO DE RODAS







Las negociaciones para firmar el armisticio se iniciaron en el hotel Des Roses, en la isla de Rodas el 13 de enero de 1949 bajo los auspicios de Ralph Bunche, mediador designado por las Naciones Unidas.

El armisticio con Egipto se firmó el 24 de febrero y concedió a Israel todo el Negev hasta el límite del Sinaí, pero la franja de Gaza quedaba en poder de los egipcios. Se estableció una zona desmilitarizada alrededor de Auja.

Para aseguran el control real del Negev se enviaron dos columnas de infantería a principios de marzo de 1949, en la que se denominó "Operación Uvdah" (Hecho). El 10 de marzo, las avanzadillas de las columnas alcanzaron el abandonado puesto de policía de Umm Rash Rash, en el golfo de Akaba, punto que aseguraba a Israel una salida al Mar Rojo y restauraba el nombre bíblico de Eliat.El convenio con Jordania (nombre que tomó Transjordania), firmado el 4 de marzo, tras un mes de negociaciones, establecía una serpenteante frontera de 450 km. de longitud. Dejaba en poder de los jordanos la zona densamente poblada de Judea y Samaria (llamada la Ribera Izquierda del rio Jordán), incluía el Jerusalén Oriental y, luego, se extendía a través del Mar Muerto, por la frontera mandataria de Palestina Occidental hasta el límite del Mar Rojo, en el golfo de Akaba, a unos 5 km. al Oeste del puerto de Akaba.

Se convino en que la Legión Árabe reemplazaría a los iraquíes en la zona del triángulo de Nablus y Jenin.

Irak no llegó a firmar ningún armisticio con Israel.

De acuerdo con el convenio firmado con el Líbano el 23 de Marzo, en Ras al-Nakura, se fijó como línea de demarcación la antigua frontera internacional a la vez que las fuerzas de Israel se retiraban de los poblados libaneses que habían ocupado.
Según el acuerdo firmado con Siria; que no se firmó hasta el 20 de julio, en el edificio de las Aduanas, al Este del rio Jordán; los sirios se retiraron de las zonas que habían ocupado al Oeste de la frontera internacional, e Israel accedió, a cambio, a que se desmilitarizaran las zonas y que se permitiría regresar a los árabes que las habían abandonado durante la lucha.

El control israelí sobre el Lago Kinneret y el Lago Huleh estaba asegurado, pero las zonas desmilitarizadas fueron focos de constante fricción durante los años siguientes.

El acuerdo de armisticio firmado con Siria, puso fin a la Guerra de Independencia. Israel había resultado indiscutible vencedor. Los judíos no sólo se mantenían en la zona que les fue concedida, sino que la ampliaron en 5.728 kilómetros cuadrados, a costa de los que la partición de las Naciones Unidas había otorgado a los árabes e imponiendo su dominio sobre 20.850 km2.
Había costado 6.000 muertos, casi el 1% de toda la población desde que había nacido el Estado.
Pero, sin duda alguna, había establecido sólidamente el Estado judío, como hecho real, en el mapa del Oriente Medio.



Por contra el final de la guerra reveló una gran tragedia: la de los refugiados árabes.

Terminada la guerra, la situación de los árabes nacidos en Palestina; que el mundo conocería en adelante como palestinos; era dantesca. En todo ese territorio vivían dos años antes cerca de 670.000 palestinos y tras la guerra, en 1949, apenas 160.000. Esto es, la partición de Palestina y la consiguiente guerra habían causado más de 500.000 refugiados.

En resumidas cuentas, del millón largo que eran los palestinos a comienzos de 1947, dos años después la mitad estaba refugiada en su propio país o en los vecinos; la otra mitad vivía en Israel, Gaza, Judea y Samaria, gobernados por los judíos, los egipcios o los jordanos. Las tierras que les otorgara las Naciones Unidas, en la partición de su propio territorio (11.383 km2.) se habían evaporado: unas las ocupó Israel (5.728 km2.), Egipto se quedó con Gaza (217 km2.) y Jordania con Judea y Samaria, regiones que globalmente se denominarían, en adelante, Cisjordania (5.878 km2.).

Pero aquí conviene deslindar responsabilidades, que la propaganda habitualmente ha cargado sólo sobre los judíos. A los israelíes hay que atribuirles haber originado la mitad del éxodo palestino, haberse negado a readmitir a los exiliados y no haber cumplido las reiteradas peticiones de las Naciones Unidas para que indemnizara a quien no readmitiese.

Por su parte, los países árabes deben asumir su irresponsabilidad al haberse lanzado a aquella guerra, su culpa al haber provocado la mitad del éxodo palestino cuando incluso los judíos; por razones de imagen internacional; trataban de frenarlo. Hicieron recomendaciones o presiones para que los palestinos abandonaran el país durante la guerra. Esto último parece increíble, pero se hallaron razones políticas y militares.

Políticas: se trataba de demostrar al mundo entero; a las Naciones Unidas en primer lugar; que la partición era un error. Militares: cuando los ejércitos árabes atacasen "lanzarían a los judíos al mar", frase que hizo fortuna y que significaba lisa y llanamente que los soldados árabes tenían orden de arrasar vidas y haciendas, de borrar todo vestigio de un Estado judío, para lo cual no debería haber población civil árabe por medio.

Su ambición al haberse apropiado de las tierras palestinas y su ceguera al desear perpetuar el problema de los refugiados por todos los medios; el más conocido de ellos es no conceder la nacionalidad de los países respectivos a los palestinos, incluso a los que nazcan en su territorio, excepción hecha de Jordania.

El primer problema que hubieron de afrontar los refugiados fue el de buscar un lugar donde vivir. Quienes tenían familia en Cisjordania, o en Gaza, buscaron cobijo a su lado; los restantes se albergaron en improvisados campamentos carentes de todo. Su miseria era tal que las Naciones Unidas fundaron la Organización para la Ayuda y Readaptación de los Refugiados Árabes (UNWRA), destinada a garantizar la supervivencia de los campamentos palestinos, que poco a poco se fueron organizando, y dotándose de escuelas, hospitales, centro de gobierno....


Mientras se celebraban los acuerdos en Rodas, los ingleses habían accedido a permitir a los israelíes la inauguración de la "Operación Alfombra Mágica", un puente aéreo entre Adén e Israel.

La "Alfombra Mágica" fue sólo el comienzo de la inmigración. Luego acudieron inmigrantes del Kurdistán, de Irak, de Turquía. Vinieron también de los campos de personas desplazadas de Europa.

Los judíos llegaban a Israel procedentes de Francia, Italia, Yugoslavia, Checoslovaquia, Rumania, Bulgaria, Grecia, Escandinavia. Salían de los "mellahas" de todo lo ancho del Norte de África: Marruecos, Argelia, Túnez y Egipto.En Sudáfrica la opulenta comunidad judía y los sionista más ardientes del mundo se fueron a Israel. Venían de Australia, Canadá, Inglaterra y Argentina. Venían de China y de India, donde se habían establecido 3.000 años atrás. Unos atravesaban a pie desiertos abrasadores. Otros entraban con los desvencijados aviones del servicio aéreo. Otros llegaban apiñados en los departamentos de los transportes de ganado. Otros llegaban en barcos de lujo.


 Acudieron de 64 naciones diferentes.




Lo que había sido una que otra gota, se convirtió en un chorro y luego en un diluvio de gente.

La inmigración hizo que la población de Israel se duplicase en poco tiempo y que en seguida empezara a triplicarse. La economía, ya desequilibrada por la guerra, se hundía bajo el alud de inmigrantes, infinidad de los cuales traían poco más que las ropas que llevaban puestas. Muchos eran viejos; otros muchos, enfermos; otros muchos, analfabetos; pero fuesen como fuesen, sin que importara el peso suplementario que significasen para el país, a ningún judío se le cerraron las puertas de Israel.

Israel se convirtió en un crisol, en una olla a presión, pues se llenó de gente procedente de todos los rincones de la Tierra y acostumbrada a vivir según muy variadas condiciones de vida.

Desde Galilea hasta el Negev, ciudades de tiendas de campaña y poblados de chozas hechas con arrugadas planchas de hojalata surgieron del suelo, afeando el panorama. Cientos de miles de personas vivían "debajo de la lona", en chozas improvisadas, sin servicios médicos, educativos y de abastecimiento.

Y no obstante, en todo el país se respiraba una atmósfera de optimismo. Desde el momento en que pisaban el suelo de Israel, aquéllos que habían vivido despreciados, pisoteados, disfrutaban de una libertad y una consideración humana que la mayoría jamás habían conocido.

Cada día surgían nuevos establecimientos agrícolas. Las ciudades y los pueblos parecían brotar del seno de la tierra..

Tel-Aviv se extendió hasta formar una bulliciosa metrópoli de un cuarto de millón de habitantes, y Haifa se convirtió en uno de los puertos más importantes del Mediterráneo. En ambas ciudades floreció la industria pesada.
Productos químicos, medicinas, minería, ingeniería, manufactura de prendas de vestir y de zapatos... La lista de las nuevas actividades y los nuevos productos incluía miles de capítulos. La gente necesitaba hogares. Las líneas de los rascacielos de acero y cemento avanzaban hacia los suburbios casi hora por hora.

No obstante, la vida era de una dureza brutal. Israel era un país pobre, de suelo poco fértil, y cada paso que se dio adelante significó conseguirlo a costa de grandes sudores.


Sin embargo, el gobierno de Israel se había dado cuenta, desde hacia ya mucho tiempo, de que se enfrentaba con una alternativa: un segundo ataque. En su discurso al Knesset el 15 de junio de 1949, tras la aceptación de Israel como miembro de las Naciones Unidas, Moshe Sharett declaró: "La tormenta que ha caído y sigue cayendo sobre nuestras cabezas no se calmará pronto. Tampoco tenemos la absoluta seguridad de que no estalle repentinamente en cualquier instante y con gran violencia. Nuestro interés más vital se basa en lograr pronto una paz comprensiva y estamos, por ello, obligados a dedicar a ese fin nuestros mejores esfuerzos. Pero, incluso así, no debemos perder la paciencia si tal hecho tarda en llegar".

En Siria, el coronel Adib Shishekli, que había mandado el contingente del Ejército Árabe de Liberación en la batalla de Safed, asumió el poder en un nuevo golpe de estado que tuvo lugar poco después del final de la guerra. Luego fue derrocado por otros oficiales y asesinado más tarde por enemigos políticos en Brasil, donde vivía exiliado.

A principios de 1950, tuvieron lugar intensas conversaciones secretas con el rey Abdullah de Jordania. Terminaron en un inicial pacto de no agresión, quizás el documento más importante que hasta entonces había firmado Israel con un Estado vecino. Pero, antes de que tal pacto se firmara, Abdullah rompió las negociaciones como resultado de la violenta oposición por parte de los gobiernos árabes y de la amenaza de expulsión de la Liga Árabe.
El 25 de mayo de 1950, los Estados Unidos, Inglaterra y Francia habían hecho una declaración tripartita en Oriente Medio, en el sentido de que, si era necesario, intervendrían si en la zona se producía alguna violación de fronteras o del armisticio cometida por cualquier estado.

En junio de 1950, los miembros de la Liga Árabe concluyeron un convenio de seguridad colectiva contra "el peligro sionista" y contra "las aspiraciones expansionistas judías". Los Estados árabes continuaron considerándose en guerra con Israel, y se negaron a reconocer o a negociar un arreglo pacífico de los problemas más importantes. Respondieron a las iniciativas de Israel para realizar una negociación directa, con, por una parte, la negativa a reconocer su derecho a existir y, por otra, exigiendo que se cumplieran "las resoluciones de las Naciones Unidas", que ellos interpretaban como la incondicional repatriación de todos los refugiados árabes y la retirada de Israel a los límites fijados en el Plan de Reparto de 1947. La propia existencia de Israel se consideraba como "agresión", y su destrucción llegó a ser objetivo fundamental de la política árabe.
La Liga Árabe estableció una organización para disuadir a los hombres de negocios de otros países, mediante presión económica, de comerciar con Israel o de invertir en su economía.

El 20 de julio de 1951, el rey Abdullah fue asesinado de un disparo a bocajarro, cuando entraba a la mezquita de Omar, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, para asistir a los servicios religiosos del viernes.

Se informó que el asesino, que fue muerto en el acto por la guardia personal de Abdullah, era un agente del Mufti Hadj Amin el Husseini. El Mufti y su Alto Comité Árabe negaron enérgicamente toda complicidad en el asesinato, y dos de los hermanos del Mufti fueron absueltos por falta de pruebas. Pero un primo, Musa Abdullah el Husseini, fue condenado a muerte.

Los árabes aguardaban en sus fronteras esperando el momento de saltar sobre la pequeña nación y destruirla en aquella "segunda vuelta", que tanto venían anunciando.

Los dirigentes árabes entregaban armas a sus masas en vez de darles rejas de arado. Los pocos que veían la luz de Israel y querían la paz, caían asesinados. La prensa, la radio, los dirigentes y los púlpitos musulmanes, todos volvían a repetir las antiguas arengas.

El pueblo árabe, ya bastante desangrado por jefes obstinados y caprichosos, tuvo que desangrarse más todavía, reuniendo centenares de millones de dólares con los cuales comprar armas.

La situación de los refugiados fue objeto de tantas tergiversaciones que acabó por constituirse en un problema insolucionable.

Los palestinos, paralizados por el peso de su desgracia, apenas hacían otra cosa que esperar las acciones árabes. Así, hasta la Guerra del Sinaí, en 1956, sólo se registró la creación de un grupo de resistencia bien organizado: El Movimiento Nacionalista Árabe, fundado por el doctor Georges Habash.

Para Israel era imposible proteger cada kilómetro de las largas y sinuosas fronteras mediante centinelas o patrullas. Eran constantes las violaciones fronterizas, pues los árabes se infiltraban a través de las líneas para disparar alegremente, minar las carreteras de Israel y, más tarde, realizar incursiones armadas mediante grupos bien instruidos y organizados.

El Consejo de Seguridad no hizo nada para rectificar la situación, e Israel tuvo que encargarse de su propia defensa. La Ley de Servicio de Defensa, dictada en septiembre de 1949, exigía que tanto hombres como mujeres prestaran servicio militar obligatorio durante dos años, con una bien nutrida reserva que alcanzaba hasta los cuarenta años de edad. En caso de emergencia, las reservas podían unirse a sus respectivas unidades en cuestión de horas. De vez en cuando, se efectuaban ataques de represalia contra los árabes, pero, aunque pudiesen disuadir y desanimar al enemigo en cuanto se refería a las violaciones de fronteras establecidas en el acuerdo de armisticio, e incluso durante ciertos periodos de tiempo indujeron a los gobiernos árabes a reducir las infiltraciones fronterizas, no fueron suficientes para poner fin a la cadena de violencias. Como cada acción de represalia era la respuesta a una serie de ataques, y como, al mismo tiempo, dichas represalias se llevaban a cabo en gran escala, inmediatamente eran objeto de censura por parte de las Comisiones de Armisticio y por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Las dificultades con los sirios se basaban principalmente en las zonas desmilitarizadas, ya que se oponían sin cesar a las obras de desarrollo de Israel que allí se realizaban, alegando que esas obras siempre redundarían en ventajas militares para Israel. A principios de 1951, cuando Israel comenzó a trabajar en un proyecto de drenaje de Huleh, cerca de Mishmar ha-Yarden, se registraron algunas escaramuzas de poca importancia. En marzo, murieron siete israelíes en la zona de El Hamma, y la Fuerza Aérea de Israel bombardeó dos poblados árabes como represalia. El 19 de mayo, el Consejo de Seguridad ordenó a Israel que suspendiera el trabajo en la zona desmilitarizada, al Sur de Huleh, en una primera etapa de realización de un proyecto de la máxima importancia para canalizar parte de las aguas del río Jordán hacia el Negev. Los sirios protestaron, y el Consejo de Seguridad ordenó que Israel suspendiese todas las obras hasta que se llegara a un acuerdo con Siria. Bajo presión de carácter internacional, Israel aceptó.

En enero de 1954, al hacerse una propuesta de compromiso entre intereses sirios y judíos en una sesión del Consejo de Seguridad, tal propuesta fue vetada por los soviéticos, por lo cual Israel tuvo que revisar sus planes a fin de alejar las obras de la zona desmilitarizada.

Mientras tanto, en octubre de 1953, el presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, mandó a un enviado especial, Eric Johnston, al Oriente Medio, para presentar ciertas propuestas que pudiesen dar una solución constructiva al problema del agua para los gobiernos de Israel, Siria, Líbano y Jordania. Johnston presentó un proyecto para la utilización de las aguas del río Jordán y del río Yarmuk por los cuatro países y con objeto de fomentar el desarrollo agrícola y situar en la zona nuevas colonias de refugiados.
En 1955, se aceptó por ambas partes, y a nivel puramente técnico, un Plan de Unificación de Aguas que aseguraba a cada país, de acuerdo con sus respectivos expertos, las cantidades de liquido que necesitaban; pero la Liga Árabe, reunida en el mes de octubre, se negó a conceder su aprobación política. Sin embargo, Israel declaró, o más bien alegó, que sólo usaría las cantidades de agua especificadas en el Plan. Los repetidos ataques perpetrados contra los pescadores judíos que faenaban en aguas del Lago Kinneret dieron lugar a más amplios contraataques de represalia por parte de Israel en diciembre de 1955, durante los cuales murieron unos cien sirios.

Una grave disputa con Jordania sobre el bloqueo de la carretera de Eliat por las fuerzas de la Legión, en noviembre de 1950, seguida de tres asesinatos cometidos por terroristas infiltrados en Jerusalén y las correspondientes represalias por parte de Israel fueron hechos ocurridos en febrero de 1951 y, en consecuencia, los jordanos accedieron a cooperar para impedir la infiltración fronteriza. Pero la situación fue de mal en peor. Los jordanos se negaron a respetar su promesa de cumplir lo establecido en el articulo 8º del Convenio de Armisticio para negociar el empleo, por parte de Israel, de la carretera de Latrun que conducía a la capital y a los Lugares Santos judíos de Jerusalén; impidiendo a los judíos entrar a rezar en el recinto del Muro de las Lamentaciones, así como a las instituciones judías del monte Scopus.

Al principio, las represalias de Israel las llevaron a cabo las unidades normales del Ejército, pero, se formó un cuerpo especial de voluntarios denominado "Unidad 101". Uno de estos ataques de represalia se hizo en el poblado de Qibya, el 15 de octubre de 1953, en el transcurso del cual se volaron 45 casas y en el que pereció numeroso personal civil, fue severamente censurado por el Consejo de Seguridad.

Israel trató de llegar a un acuerdo sobre un "modus vivendi" invocando el articulo 12 del Convenio de Armisticio, según el cual cada parte podía convocar una conferencia a fin de estudiar la forma de llegar a un acuerdo amistoso. Al finalizar el año, y a petición de Israel, el Secretario General de las Naciones Unidas envió invitaciones para tal conferencia pero Jordania la rechazó.

El circulo vicioso formado por repetidos ataques árabes, represalias por parte de Israel y condenas internacionales a Israel, continuaron a lo largo de 1954; ejemplos sobresalientes de tales acontecimientos fueron la muerte de viajeros en un autobús de Israel en Maaleb Akrabim, el 17 de marzo; la muerte de tres judíos en el pasillo de Jerusalén, el 9 de mayo, y de otros tres asesinatos más en la misma zona, el 19 de junio; y a finales de este mismo mes, tres días de constante fuego de fusileria por parte de los legionarios de la Ciudad Vieja. Al año siguiente, gran parte de las infiltraciones las llevaron a cabo grupos organizados por los egipcios en la faja de Gaza y enviados a Jordania para que operasen desde allí.

En el período de 1951-1956, murieron más de 400 israelíes y hubo unos novecientos heridos como resultado de tales incursiones; se produjeron, asimismo, 3.000 choques armados con tropas árabes regulares o irregulares dentro de territorio israelí, y unos 6.000 actos de sabotaje y robos por parte de los árabes que se infiltraban clandestinamente.

Egipto encabezó el boicot propuesto por los árabes y prohibió el tráfico marítimo de Israel y el paso de "productos de contrabando" o "productos estratégicos" (más tarde se incluirían víveres), por el Canal de Suez. Esta práctica fue definida por el Consejo de Seguridad, como "una acción agresiva", y así, el Consejo llamó la atención a Egipto, el 1 de septiembre de 1951, para que suspendiera tales restricciones.

Egipto no hizo caso de la resolución y, en consecuencia, se confiscaron las cargas de todos los buques noruegos, griegos e italianos que intentaron pasar por el Canal de Suez.. En septiembre de 1954, un buque judío, el "Bat Galim", con su carga, fue confiscado en la entrada del Canal y se internó a la tripulación durante tres meses.

En 1949, Egipto había ocupado las deshabitadas islas de Tirán y Sanafir en el Mar Rojo, a la entrada del golfo de Akaba; más tarde, estableció una guarnición militar en Sharm el-Sheij. Ahora lo utilizaba para obstaculizar el tráfico marítimo internacional con Israel y, asimismo, el tráfico marítimo, también internacional, con Eliat, a la vez que se prohibía a Israel que sus aviones volaran sobre el golfo.

El 18 de agosto de 1952, Ben Gurión recibió con mucha satisfacción la noticia de la rebelión de los jefes egipcios que encabezaba y dirigía el general Naguib, y declaró que no existía razón alguna para que hubiese antagonismo entre los dos países. Pero tampoco mejoraron las relaciones ni bajo el mando de Naguib ni bajo el de su sucesor el coronel Gamal Abdel Nasser; este fue, en un futuro no muy lejano, y con diferencia, el peor enemigo que tuvo Israel.

Los esporádicos incidentes que estallaban en la franja de Gaza y en los bordes de Sinaí, donde se sufrieron algunas bajas, y durante los años 1951-1953, llegaron a hacerse poco a poco más graves y mucho más frecuentes en el último trimestre de 1954. La tensión aumentó a causa del juicio celebrado en El Cairo contra once judíos acusados de pertenecer a "un grupo de espionaje y sabotaje sionista". Dos de ellos fueron ejecutados en enero de 1955 y el resto, condenado a largos períodos de cárcel. El 2 de febrero, el ministro de Defensa de Israel presentó la dimisión debido a serias divergencias surgidas con el Primer Ministro.

Ben Gurión, apartado por entonces de la política, regresó entonces de su retiro en Sdeh Boker para hacerse cargo de la cartera de Defensa bajo la jefatura de Sharett.




Hacia finales de febrero, saboteadores egipcios conocidos con el nombre de fedayines (guerrilleros suicidas), se adentraron profundamente en territorio de Israel, y el día 28 se produjo un choque con estos egipcios dentro del territorio israelí, frente a Gaza, que se convirtió en la batalla más feroz que se había librado desde la Guerra de Independencia. En un ataque israelí contra un campamento enemigo cerca de Gaza, murieron 38 egipcios y hubo 44 heridos.


Nasser se volvió hacia el bloque soviético en solicitud de armamento para rearmar a sus tropas. A últimos de agosto, llegaron los primeros informes sobre un acuerdo egipcio con la Unión Soviética para el suministro de armas pesadas modernas. Mientras tanto, los ataques árabes aumentaban; muchos de ellos eran efectuados por los fedayines, reclutados y formados por los egipcios, pero operando principalmente desde la franja de Gaza y Jordania, así como desde Siria y el Líbano.

El 27 de septiembre de 1955, Nasser anunció por radio la compra de armas a Checoslovaquia; dos días más tarde, se informó que ya estaban camino de Egipto grandes cantidades de tanques, artillería, aviones a reacción y submarinos, y que Siria también estaba recibiendo abundantes suministros de armas procedentes del Este de Europa. Aunque las potencias occidentales expresaron su grave preocupación por tales noticias, no respondieron claramente a las peticiones de Israel en cuanto al suministro de armamento para equilibrar las fuerzas, a la vez que los Estados Unidos aconsejaban contra "cualquier acción apresurada". Una ola de ansiedad barrió todo el país. Los judíos de todas partes del mundo se adelantaron espontáneamente para donar joyas y dinero con destino a la compra de armas.

El 17 de octubre, Egipto y Siria firmaron un pacto militar. Los sirios renovaron sus ataques contra los pesqueros de Israel en el Lago Kinneret, y una represalia israelí fue seguida de ataques egipcios en el Sur. Los egipcios penetraron ilegalmente en la zona desmilitarizada de Nizanah, y atacaron un puesto de policía israelí, al mismo tiempo que sus aviones violaban repetidamente el espacio aéreo judío. Como respuesta, el Ejército de Israel atacó un campamento militar egipcio en Kuntilla, en el Sinaí.
En el transcurso de aquella misma noche, las fuerzas de Israel expulsaron a los egipcios de Nizanah y les causaron graves pérdidas. Los ataques egipcios se multiplicaron en todo el frente; cada día se producían tres o cuatro incidentes, y asimismo aumentaron las actividades de los fedayines de la franja de Gaza y de Jordania. Las tácticas típicas de los fedayines también se emplearon en los ataques que se perpetraban desde territorio libanés.

El 26 de agosto, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Foster Dulles, había sugerido cambios territoriales como parte de un posible arreglo árabe-judío. El ministro de Asuntos Exteriores británico, Sir Anthony Eden quien sugirió un compromiso entre las demandas árabes de volver al plan de partición y la insistencia de Israel sobre las fronteras señaladas por los Convenios de Armisticio. El 15 de noviembre, Ben Gurión rechazó categóricamente cualquier proposición de dividir el territorio de Israel; la sugerencia de Eden también fue rechazada de la misma manera por Egipto. Francia convino en suministrar a Israel cierto número de aviones Ouragan, pero Francia, por su parte, continuó vendiendo armas a Egipto, mientras que los Estados Unidos e Inglaterra también seguían enviando armamento al Líbano, Irak y Jordania.

A comienzos de 1956, las nubes de tormenta amenazaban visiblemente. El 2 de enero, Ben Gurión advirtió en el Knesset sobre el peligro de un inminente ataque por parte de Egipto, y no sólo por esta nación. Mientras la Unión Soviética condenaba irritadamente a Israel, las potencias occidentales apadrinaban una resolución del Consejo de Seguridad censurando a Israel por sus operaciones de represalia contra puestos sirios que habían disparado contra los pescadores en el Lago Kinneret. Los Estados Unidos todavía se negaban a vender armas a Israel, pero accedieron a que Francia suministrase modernisimos aparatos Mistere.

El Secretario General de las Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, hizo varias visitas a Oriente Medio en infructuosos intentos de conseguir solucionar los problemas. La dimisión del general Glubb, comandante británico de la Legión Árabe jordana, fue seguida de una creciente influencia egipcia en Jordania. A últimos de abril, tras numerosos duelos artilleros ocurridos en el borde de la franja de Gaza e intensos ataques de los fedayines, Hammarskjöld anunció un arreglo a base de un total e incondicional alto el fuego entre Israel y sus vecinos, pero la carrera de armamentos continuó. Jordania aceptó facilitar las operaciones de los fedayines desde su territorio.

En junio, ante la evidencia de que debía existir una perfecta armonía entre el Primer Ministro y el titular de Asuntos Exteriores, armonía absolutamente necesaria en vista de los peligros que se avecinaban, Ben Gurión sustituyó a Sharett por Golda Meir. Los ataques desde Jordania continuaron durante todo el mes de julio.

El 25 de julio, Nasser nacionalizó el Canal de Suez que hasta ahora estaba bajo control anglo-francés. Así esperaba lograr los recursos necesarios para construir la gran presa de Assuán. Los choques no cesaron en los meses siguientes y alcanzaron su punto más crítico en octubre, a la vez que aumentaba la tensión internacional sobre el futuro del Canal. El 13 de octubre, el Consejo de Seguridad dictaminó el tránsito libre y abierto a través del Canal, sin discriminaciones y declaraba que tal operación debía apartarse de la política de cualquier país, pero Nasser anunció que no permitiría el paso a ningún buque de Israel.

La nacionalización del canal perjudicaba los intereses de Francia e Inglaterra, que aún disponían de doce años de plazo para terminar su contrato de explotación de la vía de agua. Pero, también, a Israel, cuyos buques se verían obligados a dar la vuelta a África, ya que era impensable el permiso egipcio para cruzar el canal.

Días más tarde, Ben Gurión manifestó ante el Knesset que Israel padecía una guerra de guerrillas dirigida por grupos de fedayines bien organizados, equipados y formados principalmente en Egipto, y recordaba el derecho a la autodefensa que garantizaba el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. También dijo que Israel se reservaba la libertad de acción si era violado el "status quo" mediante el traslado de tropas desde Irak (que no había firmado el armisticio con Israel) a Jordania. El 25 de octubre, después de una victoria electoral de los elementos pronasserianos en Jordania, este país se unió al pacto militar egipcio-sirio contra Israel.




Los crecientes ataques contra Israel y la amenaza de una ofensiva concertada desde el Norte, Este y Sudoeste, coincidió con la también creciente aprensión de Francia e Inglaterra por la amenaza que representaba la plena posesión del Canal de Suez en manos egipcias que controlaría sus comunicaciones e intereses.

Así británicos, franceses e israelíes urdieron un plan cuando las diversas mediaciones internacionales fracasaron en su intento de que Nasser diese marcha atrás. Israel atacaría a Egipto y cuando sus tropas alcanzasen el Canal, se produciría el ultimátum anglo-francés, acompañado de un envío de unidades de intervención rápida que se adueñarían de las instalaciones del Canal, "para defenderlas de la guerra".

Ben Gurión hizo una visita secreta a Francia y pidió ayuda al Primer Ministro Guy Mollet. Se enviaron a Israel grandes cantidades de armas pesadas, que fueron descargadas en secreto.

El 27 de octubre, Ben Gurión presentó a su gabinete una propuesta de una operación a gran escala para destruir las bases de los fedayines, el Ejército egipcio de la península del Sinaí y de la franja de Gaza, y ocupar las costas del golfo de Akaba con objeto de salvaguardar la navegación, incluso si, como esperaba, llegaba el caso en que Israel se viera obligada, a causa de la presión internacional, a evacuar el territorio ocupado.

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